miércoles, 20 de julio de 2016

30 discos «redondos» sin (suficiente) recompensa

–Y unas obras locales excepcionales, absolutamente marginales–



En la siguiente relación he tratado de recopilar buenos ejemplos de álbumes -y algún EP- de artistas que, después de no pequeño esfuerzo y elegante ejercicio de creatividad, vieron sus expectativas comerciales truncadas o, como poco, injusta e insuficientemente recompensadas, al menos en su momento. Y ello a pesar de haber realizado unos trabajos más que dignos, honestos, geniales, «redondos» en cualquier caso.

Estos son sólo algunos ejemplos de los que a mí me parecen más significativos entre la innumerable colección de aspirantes que a buen seguro se le ocurrirán a cada uno y las muchísimas listas de esta naturaleza que establecen los medios y pueden hallarse en la red. Siempre que consulto cosas así me predispongo positivamente por si la suerte me ayuda a encontrar -quién sabe-, alguna joya escondida que pueda sorprenderme. Esa es la idea, así que aquí va mí selección, por orden cronológico e intentando recorrer las décadas más prolíficas de la industria:


1. The Zombies - «Odessey and Oracle (1.968)

Este segundo trabajo de los Zombies pasó absolutamente desapercibido durante décadas. Finalmente se le ha hecho alguna justicia, al cabo de los años, aunque no la que esta obra maestra merece. La mayoría de las realizaciones han de evaluarse dentro del contexto histórico al que pertenecen. Este trabajo es paradigmático en ese sentido. Muy adelantado a su tiempo, incomprendido y demasiado maduro para representar el despegue de un conjunto musical de los 60, icónico e igualmente infravalorado a pesar de su solvente prestigio en muchos círculos culturales. Sin desperdicio alguno, absolutamente perfecto, absolutamente «redondo».

«Maybe After He's Gone»
2. Bee Gees – Odessa (1.969)

No, los Bee Gees no empezaron con la «Fiebre del sábado noche», aunque fuera entonces cuando su popularidad creció universalmente. Estos australianos, sin embargo, a finales de los 60, justo antes de atravesar un periodo crítico que desembocó en una separación temporal, realizaron algunos trabajos muy en la línea de la psicodelia pop imperante y, uno de ellos, el mejor para mí, aunque no el único, fue este grandioso disco.

«Whisper Whisper»
3. Alexander 'Skip' Spence – OAR (1.969)

Después de seis meses de internamiento psiquiátrico, el propio productor –David Rubinson– al que Alex Spence había ido a buscar al edificio de la CBS con un hacha y no demasiado buenas intenciones, le facilitó un estudio de grabación en Capitol y un paciente técnico de sonido con expresas instrucciones de no intervenir, más allá de sus estrictas funciones prácticas, en el material que el artista se disponía a grabar, instrumento por instrumento, dando rienda suelta, sin ningún tipo de cortapisa, a su manera de interpretar el puñado de temas que había compuesto o esbozado durante su internamiento, entre delirio y delirio, entre sedación y sedación. Comercialmente, aquello no podía salir bien. Columbia descatalogó el disco un año después de su publicación. Según Rubinson, «se trataba de un álbum demasiado extraño y deprimente para la industria, así que decidieron esconderlo donde no molestase, bajo la alfombra.»

«War in Peace»
4. 3rd Avenue Blues Band – Fantastic (1.970)

Cinco músicos blancos de Oklahoma City liderados por un cantante negro reeditaron algunos clásicos de Isley Brothers o Eddie Harris, entre otros, junto a composiciones propias que reunieron en su primer y único álbum. En su momento pasaron tan desapercibidos que incluso es difícil encontrar alguna referencia biográfica en Internet como banda. Algunos de sus miembros reaparecieron al cabo de los años en otras formaciones sin demasiada repercusión, como el cantante Harold Jones. El teclista Harlan Rogers, el guitarrista Hadley «Hawk» Hockensmith y el batería Bill Maxwell siguieron carreras paralelas durante un largo periodo de tiempo como acompañantes de figuras de los 70 y 80 como Evangelio Andre Crouch o Neil Diamond; también formando parte de la sección rítmica de bandas de fusión como Koinonia. Por suerte para alguno de nosotros, nos dejaron cosas como esta.

«It's Your Thing»
5. Mel Brown – Mel Brown's Fifth (1.970)

Aunque llegó a ser un respetadísimo y solvente músico de estudio y acompañamiento para legendarias figuras de la talla de B.B. King, Albert Collins, James Cotton o John Lee Hooker, entre otros, lo que puede destacarse de su carrera en solitario se sintetiza en la repercusión comercial que obtuvo la extensa pieza «Eighteen Pounds of Unclean Chitluns», incluida en su LP de 1.969, «I'd Rather Suck My Thumb». Aunque editó una docena de trabajos, la mayoría de ellos tuvieron una discreta repercusión comercial que no llegó a trascender más allá de los círculos especializados. Su quinta realización está a la altura de las obras más solventes de cualquiera de las figuras a las que acompañó a lo largo de su carrera. Su personal y particular estilo lo identifica como una figura excepcional de la guitarra en el blues.

«Luv Potion»
6. Syd Barrett - The Madcap Laughs (1.970)

Cuando los Pink Floyd despidieron a Barret, debido a su incapacidad para mantenerse lúcido y alejado de las drogas tanto en el estudio como en el escenario, lejos de explorar el terreno de la confrontación –a saber porqué–, tanto Roger Water como David Gilmour, su sustituto, colaboraron con el artista en la realización de su primer trabajo en solitario encargándose de casi toda la producción y acompañándolo en algunos pasajes de las grabaciones. Aún así, el resultado se escapa a cualquier medida, orden o canon establecido. Un disco ausente de tempo y/o tonalidad al estilo clásico que, por eso mismo, te atrapa entre estrofas delirantes y métrica sinsentido hasta hacerte partícipe de un universo paralelo tierno y condescendiente que termina haciéndose familiar. Es el genial Sid Barret en estado puro.

«Long Gone»
7. Milton Nascimento – Clube da Esquina (1.972)

Aunque, con el paso del tiempo, este artista se ha convertido en una sólida estrella dentro y fuera de su país, para mí que este disco nunca ha obtenido el merecido reconocimiento que le corresponde. Quizás el mejor trabajo, o al menos unos de los mejores, del músico en toda su carrera. El disco está repleto de obras maestras que marcaron un antes y un después en la música popular brasileña. Como curiosidad, esta es la obra original en la que apareció por primera vez su aclamada «Nada será como antes».

«O Trem Azul»
8. Wishbone Ash – Argus (1.972)

Dentro del mundo musical progresivo, me refiero al sector más erudito, este grupo y este disco no pasaron desapercibidos, no obstante, podemos preguntar al público común de qué se trata y generalmente obtendremos la callada por respuesta. Aunque la banda contaba con un elenco de incondicionales fans dentro de la isla –eran británicos de Devon–, inicialmente no tuvieron demasiada repercusión fuera de su territorio. Hacían un rock progresivo poco ortodoxo, con guiños rockeros no carentes de comercialidad. Algo más acorde con la corriente americana imperante a principio de los 70, por lo que quizás no contaron con la necesaria aprobación de los oyentes europeos instalados en el mainstream setentero británico, lo que no resta un ápice de genialidad a esta realización.

«Warrior»
9. Ben Sidran - Puttin' In Time On Planet Earth (1.973)

Este académico, docente de la Universidad de Wisconsin, realizador de televisión, productor, editor, músico de sesión, escritor y multi-instrumentista, se inició en la práctica de la música caliente en solitario a principio de los 70. Sin embargo, ha obtenido mayor reconocimiento entre los miembros de su(s) profesión(es) que entre el público en general. Su bautismo artístico fue de la mano de unos compañeros de universidad, nada menos que Steve Miller y Boz Scaggs. Al final de su carrera graba y edita a artistas de la talla de Mose Allison, Van Morrison o Diana Ross, después de haber publicado casi una treintena de LPs.

«Walking With The Blues»
10. Robert Wyatt - Rock Bottom (1.974)

Acreditado y solvente compositor iniciado en las filas de la prestigiosa Soft Machine, donde tocaba la batería. Un accidente lo postró en una silla de ruedas siendo muy joven, lo que no le impidió seguir practicando esa pseudo-fusión entre rock y jazz que iniciaran los músicos adscritos al sonido Canterbury. Este disco es un referente entre los seguidores del género, quizás sea la referencia, porqué no. Como pasa con muchos otros de los relacionados en esta entrada, fuera de ese restringido círculo, casi no lo conoce ni Dios.

«Little Red Riding Hood Hit The Road»
11. Badfinger - Wish You Were Here (1.974)

El caso de este disco es cuanto menos bastante curioso. Aunque el grupo podía haberse convertido en los nuevos Beatles, su líder se mostró incapaz de aguantar la presión del entorno y terminó por suicidarse. Este hecho frenó en seco una prometedora carrera que el resto de miembros de la banda se vieron incapaces de retomar. Parte de esa presión provenía de las relaciones con las casas de discos y los astutos agentes. Fue Warner, precisamente, quien retiró el disco del mercado sólo siete semanas después de haberlo publicado, lo que lo convirtió en una especie de disco fantasma, poco conocido por el gran público y, sin embargo, para la crítica especializada, seguramente el mejor disco del grupo. Un excelente y elegante trabajo cargado de la sutil belleza que caracterizó toda su producción.

«In The Meantime/Some Other Time»
12. Flamin' Groovies – Shake Some Action (1.976)

He aquí un álbum absolutamente a contracorriente. Una pieza que roza la maestría. Un ejemplar único y paradigmático de pop contundente. Una delicia para los oídos que no te cansas de escuchar. ¿Entonces? Se realizó con una, para algunos, desacertada producción. Estaba completamente fuera de tiempo. Power-pop de los 60 en la segunda década de los 70. Hasta la estética del grupo en la etapa de su lanzamiento –con zapatos de plataforma y trajes de tres piezas– voluntariamente reivindicativa y toda una honesta declaración de intenciones, se volvió en su contra. Una joya en el lugar –Norteamérica– y momento equivocado, que no por eso deja de ser un brillante diamante perfectamente pulido –como reconoció posteriormente el público europeo–.

«Shake Some Action»
13. Kevin Coyne – Dynamite Daze (1.978)

Rabioso, estridente en ocasiones, insultante, descarado, doliente, marginal, tormentoso, crudo, poético, revolucionario… Una sencilla Obra Maestra, con mayúsculas. Un trabajo alejado de cualquier estereotipo, una ejemplar pieza antisistema –¡¡¡Ja, Ja, Ja, Ja, Ja, Ja!!!, reiría el bueno de Coyne con su tono sarcástico y su voz aguardentosa–. Si hay algún disco de la lista que merece estar en ella con todos los honores es este. Descanse en paz este gran hombre, un poeta social íntegro y verdadero.

«Are We Dreaming»
14. Ry Cooder - Bop Till You Drop (1.979)

Este especial caso de verdadera mala suerte siempre me ha resultado paradójico. Si preguntas por Ry Cooder a cualquier entendido, compañero de profesión, crítico, aficionado, cinéfilo o, simplemente, oyente, lo natural es que se deshagan en elogios, loas y parabienes tanto hacia su talento creativo como hacia su técnica, su virtuosismo, su profesionalidad y no digamos ya su personalidad. Y yo me pregunto, ¿entonces, porqué coño no ha obtenido jamás un gran éxito? Este fue el primer disco comercial grabado digitalmente. Tiene una producción exquisita, agradables canciones de rhythm & blues pensadas para satisfacer al gran público. Una instrumentación portentosa, increíbles arreglos, espléndida sección coral y, por si fuera poco, una promoción acorde a las expectativas. Toda la carne en el asador. Sin embargo, una vez más no llegó la esperada recompensa. Seguramente es cosa mía, y subrayo que lejos de toda maldad, pero es que basta ver la foto elegida para la portada. No, no es precisamente la cara de un ganador. ¿Y esto qué tendrá que ver, verdad?

«The Very Thing That Makes You Rich (Makes Me Poor)»
15. Pete Townshend – All The Best Cowboys Have Chinese Eyes (1.982)

Por alguna razón, cuando los compositores más brillantes atraviesan periodos de crisis personales –drogas, alcohol, depresiones, psicosis, intentos de suicidio…–, y sobre todo cuando estas crisis van ligadas a ejercicios de autodestrucción, como digo, por alguna razón, es durante estas etapas, o en el momento justo en el que se sale de ellas, cuando su vena creativa experimenta una mayor y más brillante actividad que, circunstancialmente, desemboca en grandiosos y crudos trabajos a menudo incomprendidos, inaceptados, infravalorados. He aquí un caso más. Un disco atemporal, único de principio a fin, irrepetible e incombustible que, también en este caso, pasó sin pena ni gloria.

«Stardom In Action»
16. John Hiatt – Slow Turning (1.988)

No es difícil encontrar en internet calificativos como joya oculta, mejor balada soul de todos los tiempos, obra grande, callada obra maestra, etc. Si pudiéramos recorrer el desierto de Arizona en un Cadillac con grandes cuernos en su capot, o simplemente fumar un poco de tabaco en una vieja pipa, sentados en una mecedora bajo el porche de madera de una cabaña de Tennessee, con un vaso de bourbon en la mano, no se me ocurre otro disco mejor para acompañar el momento. A este viejo y extraordinario compositor le llegó el éxito después de que se dejara media carrera entre los escenarios y los estudios. Aunque Slow Turning fue premiado por los medios y reconocido por la crítica internacionalmente, no tuvo demasiado eco entre el difícil público ochentero escorado generalmente hacia la new wave. De hecho, todavía puede encontrarse mucha gente que lo considera un álbum menor, sin la categoría suficiente para figurar en las vitrinas de lo más selecto del rock; sinceramente creo que se equivocan. Como curiosidad, en algunos temas puede notarse la batuta de su compañero de fatigas, Ry Cooder, músico con el que colaboraba asiduamente.

«Something Other Than Now»
17. The House of Love – The House of Love (1.990)

Ejemplo de grupo devorado por sí mismo. En la formación original, sus egos, sus adicciones extremas, sus malas cabezas, sus conflictos internos, y externos, pudieron con estos raros genios. Muchos llegaron a verlos como la competencia británica de U2. Despertaron tantas ilusiones y generaron tantas expectativas como ingredientes equivocados emplearon en las recetas de sus desastrosos avatares. Ellos mismos pusieron la espada de Damocles sobre sus cabezas, y estas terminaron rodando por el fango –aunque a principios de siglo volvieron a reunirse–. Pero antes, por suerte, nos dejaron su segundo álbum. Una rara avis delicada y original, natural, fresca, entrañable, ess-pecc-taa-cuu-larrr…

«Se Dest»
18. Barenaked Ladies – Gordon (1.992)

Recuerdo bien la primera vez que escuché a este variopinto y jovial grupo de entonces jovencitos canadienses. Viajaba en dirección a Alicante y por la radio del coche el locutor comentaba que era muy difícil sorprender al oyente con un disco después de haber debutado –oficialmente, hubo otros trabajos anteriores– tan admirablemente como lo hicieron. Mi neurosis patológica me llevó inmediatamente a indagar sobre los susodichos por tierra, mar y aire. Efectivamente, el conductor del programa radiofónico no se quedó corto, en absoluto, casi diría lo contrario. Es difícil, muy difícil encontrar al inicio de la década de los 90 un debut más extraordinario que este. No quiero emplear calificativos categóricos con el disco, pero debo afirmar que con mucho gusto me lo llevaría a una isla desierta. La banda ha sido más que premiada y reconocida internacionalmente. Gozan de una popularidad y prestigio a prueba de bombas. Su crédito y notoriedad profesional están fuera de toda duda. Su reputación es intachable. Unos verdaderos buenos chicos, educados y simpáticos, ¡y con sentido del humor! Ahora que ya casi nadie se acuerda, porque la sombra de la fama oscurece el pasado, yo me acuesto muchas noches con la extraordinaria Box Set.

«Box Set»
19. Frank Black – Teenager of the Year (1.994)

Este no es un disco marginal o desconocido, de hecho es citado recurrentemente en círculos específicos. Está recogido en la Lista Pitchfork de los 100 mejores albumes de los 90, o en la Billboard 200 de 1994. Es reconocido como el más solvente de los trabajos en solitario de Black Francis, frontman de Los Pixies. ¿Entonces porqué está aquí? Pues porque, de verdad, no llegó al gran público. No que no se vendiera, sino que no se evidenció su aceptación general, – posiblemente, después de una escucha se archivara en la "F" y ahí se quedara–. Y es que una cosa es que tu crédito profesional como referencia de un estilo o corriente que arrastró a media generación al frente de los míticos Pixies ayude o impulse esa catarata de críticas positivas y difusión mediática, y otra es que el mainstream te permita mantener el nivel de popularidad al margen de lo establecido, por tu cuenta. Y esto creo que es lo que le sucedió a este álbum. Podemos preguntar por él al personal con cierta cultura musical y seguramente escucharemos opiniones halagadoras y reconocimientos acerca de su iconografía alternativa absolutamente indiscutible, pero en el fondo, aún a costa de chocar con la mayoría, me parece que con este disco pasa como con los documentales de la 2 o con Sartre, todo el mundo dice que los ve o lo lee. Fuera de esos círculos intelectuales donde se ponen de manifiesto esos postulados, al margen del reducido grupo de verdaderos seguidores del artista, nadie habla de ello, nadie lo vuelve a escuchar, nadie lo selecciona para formar parte de una sesión de buena música, y en el mejor de los casos se llena de polvo en una estantería o en el cajón de discos olvidados.

«Two Reelers»
20. The Legendary Jim Ruiz Group – Sniff (1.998)

Hasta hace un par de años, a lo sumo, no podías encontrar en internet la más mínima referencia a este disco o a este artista –Jim Ruiz– más allá de sus propios canales de distribución comercial, por medio de la americana Minty Fresh y la independiente española Siesta, y no hablemos ya de las manipuladoras -y manipuladas- cadenas de radio. Yo no daba crédito desde que el disco salió al mercado. Ahora, las páginas más exquisitas sobre indie y pop lo referencian y reverencian como una obra intelectual épica. Una delicada pieza de orfebrería musical con el atractivo magnetismo que sólo poseen los trabajos que perduran y trascienden a lo largo del tiempo. Así que por fin mi neurosis se está aplacando y puedo quitar una cosa más de mi lista de injusticias.

«Big Foot»
21. The Delgados – Hate (2.002)

Ni siquiera con su disco más accesible, que no menos sólido o con menor calidad, este grupo ablandó las entrañas del gran público. Otro lamentable caso de incomprensión y mala suerte. Hartos de ello, pocos años después de su publicación terminaron por abandonar. Una formación, como tantas otras de esta lista, alejada a propósito de los cánones establecidos, pero sin petulancia ni pedantería, casi me atrevería a decir que con buenas dosis de sentido del humor, sarcasmo e ironía, algo completamente fuera de lo común y por ende inaceptable para el hipócrita mainstream imperante en el presente siglo. Un ejercicio de elegancia manifiesta. Una sencilla y aséptica genialidad más, casi desconocida para el gran público. Una verdadera lástima.

«All You Need Is Hate»
22. Allen Clapp – Available Lights (2.002)

Este músico no me cae bien, nada bien. Seguramente será cosa mía, pero cuando he indagado acerca del susodicho, cuanto más profundizo, visiono sus vídeos, leo reportajes, observo fotos y recopilo información y curiosidades personales, más crece mi desencuentro. Y dicho esto, la cosa no quita para que, al margen de que nunca me voy a ir de copas con él, me descubra ante su arte y reconozca su excepcional valía como músico y compositor, tanto en solitario como al frente de Orange Peels. Ahí me quedo.

«Whenever We're Together»
23. Chris Lee - Plays & Sings Torch'd Songs, Charivari Hymns & Oriki Blue-Marches (2.002)

Exquisito, sincero y directo. Quizás sea su personalidad políticamente incorrecta, aunque afable, o su frágil imagen de perdedor. Su falta de continuidad o su dispersión. El caso es que este grandísimo cantautor de Carolina del Norte, pero que respira newyorkinidad por todos sus poros, no ha encontrado el camino del éxito en ninguno de los cuatro enormes trabajos publicados hasta la fecha. Y en ninguno como en este se nota tanto que se volcó con una clara voluntad de agradar. Ni por esas. No sé si a estas alturas lo conseguirá, ojalá, creo que se lo merece ante tanta vulgaridad y niñateo del malo.

«The Politics Of Sway»
24. Le Futur Pompiste - Your Stories and Your Thoughts (2.004)

Estos finlandeses de nombre francés pegaron el pelotazo en Japón con este primer trabajo en el que cantan en inglés. Esto sí es practicar la globalidad. No entiendo que esto no se reconozca, cuanto menos se aprecie, sobre todo teniendo en cuenta que otras opciones –Komeda, Broadcast, Stereolab– cuanto menos similares –para mí mucho menores– gozan de notable prestigio, al menos entre las hordas intelectuales. Pues nada, esta esmerada obra de exquisito power-pop directo y sin resquicios ni grietas debilitadoras, sin brindis al sol ni gestos para la galería no ha logrado sonar ni siquiera en la radio. Y eso a pesar de su originalidad para la época, de su innegable buen gusto, de su sinceridad, de su consistencia, de su voluntad perfeccionista. Pero es lo que hay.

«It's Not You»
25. Oceano Da Cruz - Rocksploitation / No More Oceanomania (2.006)

Dos trabajos en uno… y si no vende uno, ¡cuanto más dos! Aunque la idea derive de un ejercicio de marketing desesperado por el que se optara al dos por uno, ni siquiera así ha dado resultado. No conozco a otro músico –compositor y multi-instrumentista, además– que genere más animadversión y hasta desprecio en algunos casos. Y el caso es que no sé porqué, porque el trabajo no es menos certero y aprovechable que el de otros muchos compositores con mejor fortuna, o acierto mercadotécnico. Las pocas opiniones y críticas que pueden encontrarse en la red van en la misma dirección: «demasiado denso, muy pesado. Demasiado espeso para una sola toma –de ahí mi apunte sobre lo de juntar las dos realizaciones–, hay que dosificarlo si no se quiere caer en la desidia». Bueno pues yo, para no variar, voy en contra de la corriente imperante y me empapo de la retahíla de temas sin anestesia, del tirón, y además repito, y no me canso; para variar.

«Beehives Mighty Vicious/Guns for Elephant»
26. Richard Swift – Ground Trouble Jaw (EP 2.008)

Uno de mis últimos hallazgos. Aunque ya lleva algunos años en la música, lo descubrí de rebote a propósito de un tema que le dedican los controvertidos Foxygen. Bueno, pues este tímido y velado genio norteamericano, que ahora se hace llamar Onasis, no solo es productor, también es un virtuoso multi-instrumentista y colabora creativa y musicalmente, o participa como ingeniero de sonido, ya sea en su estudio de grabación de Oregón o a través de cualquier discográfica, en producciones de grupos de la talla de los citados Foxygen, The Shins –donde se ocupa de los teclados y la percusión–, Damien Jurado, Cayucas o Laetitia Sadier (Stereolab), entre otros. Además, se ha hecho cargo del bajo en las últimas giras de The Black Keys. Precisamente con Dan Auerbach ha formado la banda The Arcs, donde se ocupa de la segunda batería, la percusión, la segunda guitarra y la segunda voz, además de participar conjuntamente con Auerbach en la composición de los temas. Y todos estos trabajos paralelos los compagina con su carrera en solitario. Y yo me pregunto, ¿cómo puede alguien así tener tiempo para componer y editar sus propios discos? ¿Y cómo es que tiene necesidad de ello, de verdad le quedan ganas? Este es el único EP de esta lista. Cinco temas, cinco obras de arte. Cinco espléndidas piezas que sintetizan el porqué este hombre alberga esta inevitable necesidad de realizarse artísticamente. Si posee ese talento, si esconde tantísima creatividad, puede llegar a ser peligroso retenerla en su interior. Es por esto por lo que comprendo su necesidad. Me supone todo un compromiso elegir un único tema. Lo echaré a suertes.

«Would You»
27. Destroyer - Kaputt (2.011)

He aquí una antiestrella –Daniel Bejar–, de origen español. Un miembro de la banda canadiense The New Pornographers sin demasiadas ansias de fama que afirma irónicamente que eligió el nombre de Destroyer porque le sorprendió que no hubiera ningún grupo de rock hasta el momento con tan recurrente apelativo. Seguramente que, además de por lo apuntado al principio, su eclecticismo tampoco le ha ayudado a trascender desde el plano íntimo hasta popularizarse de la manera que merece. Quien sea se lo pierde. Para los demás, en el legado de su obra distintiva, siempre in crescendo, sobresale significativamente este trabajo, consistente y aterciopelado al mismo tiempo, sin caer en la cursilería y en las antípodas de la ordinariez.

«Suicide Demo (for Kara Walker)»
28. Mac DeMarco – 2 (2.012)

Quién me iba a decir hace algunos años que vería a este lunático –cariñosamente hablando– llenando grandes escenarios. Pues vaya que sí. ¿Cómo?, que me cuelguen si lo sé. A lo mejor es precisamente por la excentricidad por lo que ha sabido reunir un tumultuoso grupúsculo de frikis ansiosos de interrelacionarse y con un objetivo común, el de disfrutar junto a su nuevo líder-gurú musical. Lo que pasa es que, además de esto, en cada pieza de su producción se aprecia la mano de un genial creador. No son sólo estrambóticos cortes surrealistas, es el manejo de las guitarras y los tempos, son las frases pseudo-líricas y los agradables acordes coloquiales. Bajo esas zapatillas sucias y gastadas y ese aspecto de vagabundo desarrapado late el ingenio de un extraordinario compositor y un músico sofisticado. Otra cosa es que trascienda de esos círculos, raritos a propósito como él –por cierto, el tema es toda una declaración de intenciones «Espantando a los vecinos»–.

«Freaking Out The Neighborhood»
29. Heartless Bastards – Arrow (2.012)

¡¡ Rock' n Roll !! de Elvis y de Marc Bolan. Rock que recorre ese camino pero, y esto es lo importante, justo en esa dirección. Esa es la mejor manera que se me ocurre para definir este discazo sin grandes pretensiones ni delirios de grandeza. Puro y directo, honesto, contundente, transparente y sin resquicios. Un trabajo sin desperdicio alguno. Había quien comparaba a estos Bastardos sin Corazón con los Black Keys. Lo cito sólo como cumplido, personalmente no aguanto la voz de Auerbach, ni su manera de tocar, ni a él, así que si por mí fuera no los compararía con ellos, o no con el guitarrista mejor dicho.

«Down In The Canyon»
30. Evil Evans – Arde (2.013)

Este gaditano afincado en Sevilla, de la que reniega positivamente, no suele aparecer como cabeza de cartel –ni como pie, añado–, y sin embargo después de una trayectoria en la que lo que más ha sobresalido ha sido su creatividad y una cierta técnica, y en la que han faltado recursos, confianza por parte de la industria y algo de comprensión y buena suerte, porqué no decirlo, por fin, aparentemente, la cosa parecía que se enderezaba y llegó la apuesta que supondría un punto de inflexión. Y el disco arde, literalmente, con las extraordinarias composiciones y el buen gusto de este menudo y expresivo artista. De momento, lo del punto de inflexión es sólo teoría. Y nucho me temo que me temo lo peor, ¡y me jode!

«Arácnida»


«Un atractivo y magnético apéndice»

Hasta aquí la lista de esos 30 trabajos extraordinarios que a mi entender, sin maldad ni saña ni ánimo revanchista, no obtuvieron, al menos inicialmente, el suficiente y debido reconocimiento -pero que arroje la primera piedra quien esté libre de pecado-. Solo son unos apuntes personales inocuos con la intención de aportar otra perspectiva y, con suerte, proporcionar alguna que otra agradable sorpresa a quien pueda interesarse por el particular –si es que esto lo lee y lo escucha alguien–. Así que para terminar no puedo obviar cuatro enormes obras de arte –no porque lo diga yo, sino porque treinta o cuarenta años después de que se publicaran así se han catalogado– y un homenaje honorífico personal a los artistas haciendo un poquito de patria. Para no incurrir en errores o tergiversaciones, me limito a citarlas y a indicar que inicialmente el número de ejemplares que se vendieron de cada volumen no fue mucho mayor que el número de familiares y amigos relacionados con los protagonistas. Cinco genios. Tres gitanos y dos payos con alma calé. Cuando se editaron los discos sólo uno de ellos era un afamado y reconocido artista -Camarón de la Isla- que a raíz de la difusión de su disco se enfrentó a una abierta confrontación con los sectores más puristas y, convulsionado, se vio obligado a retomar su senda flamenca original para evitar el ostracismo, aunque siempre manifestó que no se arrepentía de haber realizado dicho trabajo, del que se sentía muy orgulloso. Otro, era un ídolo local que gozaba de mayor popularidad por su trayectoria autodestructiva que por su talento profesional -Silvio-. El resto -Rafael y Raimundo Amador, y Kiko Veneno- eran unos auténticos desconocidos fuera del barrio de las Tres Mil Viviendas de Sevilla. En cualquier caso, estas realizaciones, absolutamente marginales en su momento, transgresoras, rompedoras, iconoclastas, innovadoras, adelantadas a su tiempo, obras maestras de la música popular contemporánea, casi todas ellas reconocidas en la actualidad como los mejores y más trascendentes discos editados en el territorio español hasta el momento, ocupan por méritos propios un lugar preferente en la historia de la música rock.

Veneno


- 1.977 -
Camarón

La Leyenda del Tiempo
- 1.979 -
Pata Negra

Guitarras Callejeras
- Grab. 1.979-Publ. 1.986 -
Silvio y Sacramento

Fantasía Occidental
- 1.988 -

Safe Creative #1607208416016

2 comentarios :

  1. Hay algunas cosas en esa lsta que cnozco y me parecen excelentes. Otras me apetece explorar más y buscar y, a la larga, quedarme con esa música, bajármela y tenerla disponible. Por eso me parece una lástima que la entrada no tenga comentarios y desconozco la acogida que haya tenido.

    Está muy cuidada, los textos son precisos, se incluyen las portadas de los discos, echo en falta un enlace que permita la captura de la música; por lo menos yo no sé hacerlo en ese formato.

    Gracias.

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    1. Hola Albert! He tardado en contestar, no?

      Bueno, mira, no suele haber muchos comentarios en mis entradas. Me alegro que hayas descubierto algo interesante para ti. No puedo poner enlaces porque la gran mayoría de los discos son originales, sería cuestión de que buscaras por la red, en "musicmp3.ru" hay casi de todo, aunque a 128kb, pero suena mejor de lo que parece.

      Gracias por tu comentario, un saludo.

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