lunes, 4 de abril de 2016

El Rock, cuando ambos éramos jóvenes - VI

Capítulo 6: «El Rock se hace 'Culto'»



«INSUFLANDO SOFISTICACIÓN»

Rick Wakeman, del grupo Yes,
rodeado de sintetizadores, teclados y un piano.
Entrada la segunda mitad de la década de los 60, una corriente de intelectualidad emanada de los movimientos culturales -o contraculturales- de la movida de San Francisco y sus derivaciones psicodélicas diseminadas por el país, junto a las dosis de solemnidad y formalismo otorgadas por las influencias del blues -y los bluesmen-, sobre todo en las islas británicas, aglutinan un potente caldo de cultivo caracterizado por la necesidad de elevar el rock a la categoría de arte. Quedan atrás las viejas ideas que le atribuían etiquetas como la espontaneidad, la sencillez, la accesibilidad, la frescura y, sobre todo, la vulgaridad. Eso se acabó. A partir de ese momento los músicos pasan de ser unos meros aficionados, en muchos casos, a convertirse en virtuosos chicos de conservatorio o, como poco, estudiantes de las Escuelas de Arte. Quien más y quien menos lee a Sartre, o al menos dice que lo lee, y en no pocas ocasiones ronda la idea de hacerse acompañar por una orquesta sinfónica para otorgar a este nuevo rock la categoría que le corresponde. En esta nueva etapa los compositores clásicos pasan de estar anticuados a convertirse en las nuevas referencias.