jueves, 26 de enero de 2017

Acerca del Hang, de Foxygen

Foxygen   «América»


Leyendo un artículo sobre «20 canciones míticas que creías que eran originales y no lo son», descubro la versión original del Hey Joe que inmortalizara Jimi Hendrix, que ya sabía yo que no era suya, pero nunca la había escuchado en la voz de sus compositores, The Leaves, un grupo de garaje-rock californiano que me ha dejado impactado por su contundencia en un vídeo que circula por youtube, con una grabación de 1965.

Descubro también que el famoso Hound dog de Elvis es una versión de un tema interpretado, no sé si escrito, por la blueswoman Big Mama Thornton, que no tiene el más mínimo desperdicio, y sin querer me acuerdo del fantástico movimiento de caderas que Forrest Gump enseña a Elvis «Pelvis» cuando éste se aloja en su casa. Y no puedo más que declinar una sonrisa. En el vídeo del tema de Big Mama que hay en youtube ésta presenta a su elenco de acompañantes, entre los que figura un joven John Lee Hooker, que no destaca especialmente por su interpretación. A la guitarra me sorprende también encontrar en los créditos a Buddy Guy. Otro gran descubrimiento es que esta imponente mujer además toca la armónica impecablemente. El tema dura 8:24 min.

Me acuerdo de un artículo que leí hace unos días sobre el nuevo disco que ha publicado Foxygen, en el que a propósito se incluye un vídeo del tema Follow The Leader. El vídeo, sin ser nada del otro mundo, me parece simpático, ameno y que combina muy bien con el estilo de la canción. Como es una banda que sigo, inmediatamente me meto a escuchar el disco por Internet porque me gustó mucho el avance. Al margen de que hasta que no lo escuche más a conciencia aún no tengo criterio para definir lo que me transmite y formarme una opinión sobre el trabajo en sí, no dejo de recordar las frases lapidarias que retumbaron en mi cabeza como un bombo un día de resaca, escritas por un solvente crítico musical en las antípodas de mi punto de vista. Y no lo digo peyorativamente, es que se trata de uno de los colaboradores de la sección musical de «eldiario.es», además de ser licenciado en Derecho y Comunicación Audiovisual, redactor Jefe en Madrid de la revista «MondoSonoro» y responsable de la sección de vídeo de la revista «Cinemanía» –todo esto lo pone en su presentación, junto a una foto que me recuerda las películas del oeste–.

Al margen de que, evidentemente, cada cual tiene su percepción de éste o aquel trabajo y de que en esto cuenta mucho la experiencia cultural que cada uno posea, a lo que aludo que me provocó a partes iguales una tremenda confusión y una profunda curiosidad es a que al parecer el disco es una «burda imitación» –esto lo digo yo, el crítico lo pone más bonito, pero quiere decir eso– y, además, carece de «alma». Cuando se ponen estas cosas en un periódico, por supuesto que conociendo de antemano una trayectoria y un curriculum de una banda, se debe estar muy seguro de que es de eso de lo que se trata, quiero decir «de una burda imitación sin alma», algo que no trae nada nuevo, un experimento de copia y pega interpretativo con el único ¿mérito? de haber calcado al original, ejecutado, según indica, por figuras de la talla de David Bowie o Elton John, ahí es nada, que pienso que nada más que por eso ya merecería la pena. Lo que pasa es que la crítica finaliza súbitamente un momento después con un contundente «Y ya».

Ahora que, mientras escribía esto he estado escuchando el disco –aunque una sóla vez–, me alegro de que me picara tanto la curiosidad. No es el arriesgado …And Star Power –el disco anterior–, se nutre de mucho Glam-rock setentero, homenajea a las figuras mencionadas, junto a otras, como casi todo lo que se hace hoy. Es muy difícil encontrar cosas originales y reveladoras. Pero, ahora más que antes, no entiendo que se menosprecie este trabajo mientras se enaltece hasta el extremo un pseudo-mantra electrónico, ni siquiera propio de una fiesta lisérgica con Tangerine Dream de fondo, absolutamente soporífero a menos que entre tanto practiques yoga, o algo así. De todas formas, con los comentarios que este periodista hace sobre el susodicho –se trata de «A Shadow In Time» de William Basinski– la cosa queda mucho más clara: «[el músico] ha levantado toda una obra a partir de conceptos como el paso del tiempo y la permanente mutabilidad del sonido (…) A partir de elementos mínimos alcanza el éxito en una de las tareas más complejas a las que puede aspirar el artista: representar lo trascendente». ¿Qué podríamos añadir a esto? No se me ocurre más que un «Y ya.»

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