La paradoja de Oliverio Girondo, como si fuera una entelequia matemática, puede definirse como la constatación del clasicismo de un poeta impulsado por su creciente universalidad, y a la vez, referenciado y venerado por la singularidad de su rebeldía poética, rompedora de esquemas tradicionales.
Es más, este paradójico axioma definitorio, en realidad, se concreta en lo que verdaderamente es y representa su obra: un entusiasmado agradecimiento por el sólo hecho y satisfacción de ser, u otras tantas veces un descarnado desarrollo de lo caótico, de lo trágico o de la aceptación forzosa de lo dado.
GRATITUD | VS. | ES LA BABA |
Gracias aroma | Es la baba. | |
azul, | Su baba. | |
fogata | La efervescente baba. | |
encelo. | La baba hedionda, | |
Gracias pelo | cáustica; | |
caballo | la negra baba rancia | |
mandarino. | que babea esta especie babosa de alimañas | |
Gracias pudor | por sus rumiantes labios carcomidos, | |
turquesa | por sus pupilas de ostra putrefacta, | |
embrujo | por sus turbias vejigas empedradas de cálculos, | |
vela, | por sus viejos ombligos de regatón gastado, | |
llamarada | por sus jorobas llenas de intereses compuestos, | |
quietud | de acciones usurarias; | |
azar | la pestilente baba, | |
delirio | la baba doctorada, | |
(...) | La agria baba oxidada. | |
Gracias a lo que nace, | (…) | |
a lo que muere, | La baba disolvente. | |
a las uñas | La baba. | |
las alas | ¡Sí! Es su baba... | |
las hormigas, | lo que herrumbra las horas, | |
los reflejos | lo que pervierte el aire, | |
el viento | el papel, | |
la rompiente | los metales: | |
el olvido | lo que infecta el cansancio. | |
los granos | Los ojos, | |
la locura. | la inocencia, | |
Muchas gracias gusano. | con sus vermes de asco, | |
Gracias huevo. | con sus virus de hastío, | |
Gracias fango, | de idiotez, | |
sonido. | de ceguera, | |
Gracias piedra. | de mezquindad, | |
Muchas gracias por todo. | de muerte. | |
Muchas gracias. | (…) | |
Oliverio Girondo, | ||
agradecido. |
Orlando Trípoli «La Guinniada»
«TENDIENDO HILO DE SEDA»
Su primera publicación, Veinte poemas para ser leídos en el tranvía, apareció en 1.922, cuando tenía 30 años de edad. Poco después, en 1.924, un año antes de la edición de Calcomanías, Girondo escribe el Manifiesto de la revista literaria Martín Fierro, que aparece en el número 4, del mes de mayo.
«'Martín Fierro' cree en la importancia del aporte intelectual de América, previo tijeretazo a todo cordón umbilical. Acentuar y generalizar a las demás manifestaciones intelectuales, el movimiento de independencia iniciado, en el idioma, por Rubén Darío, no significa, empero, que habremos de renunciar, ni mucho menos, finjamos desconocer que todas las mañanas nos servimos de un dentífrico sueco, de unas toallas de Francia y de un jabón inglés.
'Martín Fierro' tiene fe en nuestra fonética, en nuestra visión, en nuestros modales, en nuestro oído, en nuestra capacidad digestiva y de asimilación.»
Esta síntesis del Manifiesto de la publicación, con la que entre otros colaboró Borges, también forma parte de esa dualidad paradójica, irónica, que caracteriza al poeta. Ambos escritores coincidieron en la reivindicación del carácter nacionalista propio, pero abierto a la universalidad y al enriquecimiento intelectual, discerniendo, sin embargo, en cuanto al enfoque conceptual de universalidad. Y es que es difícil caminar por la fina línea fronteriza que separa la universalidad del mundialismo, sobre la base de las líneas de pensamiento del colectivo Martín Fierro. Según puede desprenderse de algunos textos de Max Jacob, poeta, escritor y pintor francés de referencia para el elenco de poetas argentinos coetáneos, la altura de miras que plantea este nacionalismo universalista no es más que «un afán por complacerse con el exotismo de lo lejano y la búsqueda de la distancia como ideal». El mundialismo, en cambio, «trata a los países extranjeros como si no fueran tales, sino vecinos del mismo mundo».
Esta posible discrepancia inicial va acrecentándose, según algunos críticos, autores y, sobre todo, el ensayo Borges: una vida, del hispanista Edwin Williamson, debido a la más que sustancial atracción del poeta por Norah Lange –Haydee para Borges–, que a la postre se convertiría en la esposa de Oliverio Girondo. El idilio se inició por el año 1.927, cuando el escritor sólo contaba 27 años y la noruego-irlandesa 18, y finalizó hacia 1.934, o posiblemente después, coincidiendo quizás con los coqueteos de la joven con Oliverio Girondo.
Mientras duraron los devaneos amorosos del genial poeta con la también escritora, al parecer, éste fue sufriendo una transformación literaria que lo transportó desde el soporífero texto de El Hombre de la Esquina Rosada a la inmortalidad fantástica de El Aleph. Seguramente, o al menos en parte, debido a la compleja relación que ambos mantuvieron: Borges escrutando la manera de que la atractiva pelirroja accediera a sus proposiciones y ésta, supuestamente, proporcionándole las correspondientes calabazas. El desenlace final del idilio entre Haydee y Oliverio Girondo supuso un duro golpe para el poeta. El desamor y la incapacidad para aceptar la derrota hicieron crecer en él una visceral rivalidad con Girondo, e incluso lo llevaron a considerar el suicidio como única alternativa al insoportable sufrimiento que padecía.
–Aunque no existe certeza absoluta de este hecho, sí se extienden cada vez la rumorología y las manifestaciones de estudiosos que aluden a diversos aspectos, hitos y situaciones que, según ellos, ponen de manifiesto un verdadero convencimiento e intencionalidad del escritor por quitarse la vida. A modo de ejemplo: con sólo 32 años, en el prólogo de su 'Discusión', escribe la enigmática frase «Vida y muerte le han faltado a mi vida.», como si ya fuese un viejo en el final de sus días y el suicidio la solución a 'esa muerte que le faltaba'. Un texto rescatado de unas notas del poeta por el norteamericano Donald A. Yates, contextualizado en su trabajo 'Behind Borges and I', cuenta, literariamente, que «el otro y verdadero Borges, (…) adquirió un revolver en uno de los negocios de armas de la avenida Entre Ríos, (…) compró un boleto de ida a Adrogué-Mármol-Turdera, fue al Hotel Las Delicias, (…) y se disparó una bala definitiva en una de las habitaciones de los altos». Otra autora, María Esther Vázquez, afirma en su libro 'Borges, esplendor y derrota', que en una entrevista Borges se sinceró con ella y le confesó que había intentado suicidarse en Febrero de 1.935–
Williamson, entre otros, sostiene que el desengaño amoroso que sufrió con Norah, rematado por la actitud astuta y directa de Girondo, mayor que él –hay que leer Interlunio para percibir el alcance de lo que expongo–, contribuyó de forma sustancial a forjar el Borges deslumbrante, genial y vitalista que conocemos, punto de partida y detonante de la literatura iberoamericana moderna. Tengamos en cuenta que no fue hasta siete años después de haberla conocido cuando el escritor aceptó definitivamente su pérdida, tras superar diversas etapas de crisis personales, profundos shocks emocionales y devaneos literarios.
«Comprendí que el trabajo del poeta no estaba en la poesía; estaba en la invención de razones para que la poesía fuera admirable.»
«ATANDO LOS CABOS DEL HILO»
El abanderado, sin quererlo, capitán de la vanguardia surrealista de la poesía latinoamericana de la primera mitas del siglo XX –y aún hoy malentendido, infravalorado, impopular y, en algunos envidiosos casos, ninguneado–, Oliverio Girondo, no sólo ha sido referente de grandes poetas y escritores de habla hispana que lo respetan como icono marginal y lo veneran como genio de la poesía, también ha inspirado obras de otras disciplinas artísticas como el cine, el cine-poético en este caso, aunque oficialmente no exista tal género. Pero cuando uno ve El lado oscuro del corazón, producción argentina de 1.992 escrita y dirigida por Eliseo Subiela, que cuenta con la inestimable colaboración de Mario Benedetti en el reparto, no puede sino manifestar un profundo sentimiento dominado por el lirismo de la obra cinematográfica.
La película cuenta la vida de un poeta treintañero acosado por la muerte, que malvive escribiendo poesía accesible y comercial en Buenos Aires –o como dice Luciano Sívori, «que se prostituye por medio de las palabras»–. Pero el trasfondo en el que se sustenta es un complejo rompecabezas surrealista cuyas piezas encajan a la perfección debido al paralelismo de sus aristas, es decir, al tratamiento de los conflictos y contradicciones, a los puntos de vista de los protagonistas –sus dudas y diatribas, sus relaciones–, todo encaja por medio de alusiones líricas e inter-textos sacados de la poesía de Benedetti, Girondo y Juan Gelman. Y lo más importante, la poesía, más que un elemento recurrente, va convirtiéndose en el verdadero propósito de la trama, casi puede decirse que es el núcleo del verdadero argumento. Y si no, consultar su sinopsis en Filmaffinity. Además de lo indicado al principio de este párrafo, la web agrega: «[el poeta protagonista, de nombre Oliverio] lo único que desea es encontrar a la mujer de sus sueños, quien le comprenda y le haga volar…»:
En el lecho-trampa, Dario Grandinetti, en el papel del poeta Oliverio, se deshace de las amantes que no vuelan por un hueco de la cama –es normal que Carlos Boyero la califique en su crítica como irritante y pseudopoética–.
La película cuenta la vida de un poeta treintañero acosado por la muerte, que malvive escribiendo poesía accesible y comercial en Buenos Aires –o como dice Luciano Sívori, «que se prostituye por medio de las palabras»–. Pero el trasfondo en el que se sustenta es un complejo rompecabezas surrealista cuyas piezas encajan a la perfección debido al paralelismo de sus aristas, es decir, al tratamiento de los conflictos y contradicciones, a los puntos de vista de los protagonistas –sus dudas y diatribas, sus relaciones–, todo encaja por medio de alusiones líricas e inter-textos sacados de la poesía de Benedetti, Girondo y Juan Gelman. Y lo más importante, la poesía, más que un elemento recurrente, va convirtiéndose en el verdadero propósito de la trama, casi puede decirse que es el núcleo del verdadero argumento. Y si no, consultar su sinopsis en Filmaffinity. Además de lo indicado al principio de este párrafo, la web agrega: «[el poeta protagonista, de nombre Oliverio] lo único que desea es encontrar a la mujer de sus sueños, quien le comprenda y le haga volar…»:
tengan los senos como magnolias o como pasas de higo;
un cutis de durazno o de papel de lija.
Le doy una importancia igual a cero,
al hecho de que amanezcan con un aliento afrodisíaco
o con un aliento insecticida.
Soy perfectamente capaz de soportarles
una nariz que sacaría el primer premio
en una exposición de zanahorias;
¡pero eso sí! —y en esto soy irreductible—
¡no les perdono, bajo ningún pretexto, que no sepan volar!
En el lecho-trampa, Dario Grandinetti, en el papel del poeta Oliverio, se deshace de las amantes que no vuelan por un hueco de la cama –es normal que Carlos Boyero la califique en su crítica como irritante y pseudopoética–.
Quadro Nuevo «Flambée Montalbanaise»
«TEJIENDO LA TELA DE ARAÑA»
Julio Cortázar se confesaba gran admirador de su reverenciado Oliverio Girondo. Tan alto personaje podía permitirse el lujo, por ejemplo, sin que el hecho constituyera la más mínima falta de respeto o amaneramiento, de alargar, apuntalar, anexar, explicar, aclarar o justificar. Descifrar, ensayar, redondear, observar, criticar, vulgarizar e/o ironizar; ¿prostituir?, Poema 12:
Se miran, se presienten, se desean,
se acarician, se besan, se desnudan,
se respiran, se acuestan, se olfatean,
se penetran, se chupan, se desnudan,
se adormecen, despiertan, se iluminan,
se codician, se palpan, se fascinan,
se mastican, se gustan, se babean,
se confunden, se acoplan, se disgregan,
se aletargan, fallecen, se reintegran,
se distienden, se enarcan, se menean,
se retuercen, se estiran, se caldean,
se estrangulan, se aprietan, se estremecen,
se tantean, se juntan, desfallecen,
se repelen, se enervan, se apetecen,
se acometen, se enlazan, se entrechocan,
se agazapan, apresan, se dislocan,
se perforan, se incrustan, se acribillan,
se remachan, se injertan, se atornillan,
se desmayan, reviven, resplandecen,
se contemplan, se inflaman, se enloquecen,
se derriten, se sueldan, se calcinan,
se desgarran, se muerden, se asesinan,
resucitan, se buscan, se refriegan,
se rehuyen, se evaden y se entregan.
Oliverio Girondo
«Y después de hacer todo lo que hacen, se levantan, se bañan, se entalcan, se perfuman, se peinan, se visten, y así progresivamente van volviendo a ser lo que no son.»Julio Cortázar
Y este mismo genial Julio Cortázar relacionado con Girondo, sirvió de inspiración para Benedetti –el mismo Benedetti colaborador en la película sobre un poeta llamado Oliverio–, y más concretamente para su tragicomedia La borra del café, una novela poco conocida del uruguayo que describe a través de cuarenta y ocho fragmentos el paso de un niño a la vida adulta. Una obra tan sencilla como brillante, profundamente benedittiana diría yo, que alude en su título, mira por donde, a El Interrogador de Cortázar:
No pregunto por las glorias ni las nieves,
quiero saber dónde se van juntando
las golondrinas muertas,
a dónde van las cajas de fósforos usadas.
Por grande que sea el mundo
hay los recortes de uñas, las pelusas,
los sobres fatigados, las pestañas que caen.
¿Adonde van las nieblas, la borra del café,
los almanaques de otro tiempo?
Pregunto por la nada que nos mueve;
en esos cementerios conjeturo que crece
poco a poco el miedo,
y que allí empolla el Roc.
Y a este mismo Cortázar fue al que Borges publicó su primer cuento Casa tomada, en París, cuando quedó fascinado con esa literatura fantástica que tanto le entusiasmaba y que él también ponía en práctica. Y tanta afinidad sentía el viejo poeta por Cortázar que llegó a escribir el prólogo de su libro Cartas de mamá, en 1984. También da la casualidad de que precisamente Borges habla del Roc que cita Cortázar en su poema como un ave de la mitología persa a la que describe en El Libro de los Seres Imaginarios. Y Borges, al parecer, fue transformándose en genio cuando quedó marcado e influenciado de por vida gracias al conflicto amoroso con la, a la postre, mujer de Oliverio Girondo.
«ATRAPADO EN LA SEDA»
Es por esa tendencia que tengo a interesarme más por lo inobvio, por los recovecos y las casualidades con o sin sentido, por lo que en lugar de limitarme a poner cosas sobre las relaciones y referencias de Oliverio Girondo respecto a Enrique Molina, Pablo Neruda o García Lorca, o hablar y hablar sobre su periplo español y europeo, sus orígenes burgueses, su viaje por el Nilo o por Brasil –de interminable luna de miel–, su representación como icono ultraísta, o su desconocida vertiente pictórica, he preferido enredar en el universo paralelo de Girondo, más oscuro y enrevesado pero no menos trascendente que, al menos para mí, contribuye a hacerlo un poeta tan interesante.
Oliverio Girondo (Buenos Aires, 1891-1967, Buenos Aires) dejó el grupo Martín Fierro cuando descubrió que sus ideales chocaban frontalmente con los verdaderos intereses de la mayoría de miembros del colectivo. Su franqueza, originalidad y vanguardismo, aplicados a una poesía verdadera, animada, transgresora y vitalista, fueron encontrando actitudes cada vez más reaccionarias y caducas que no iban más allá de discusiones estéticas de los aspectos puramente formales de la literatura, lo que lo llevó a desertar de esa nueva corriente vanidosa que sucumbía al servilismo y la conformidad.
«¿Un éxito eventual sería capaz de convencernos de nuestra mediocridad? ¿No tendremos una dosis suficiente de estupidez como para ser admirados?»
Extracto del prólogo de Veinte poemas para ser leídos en el tranvía.
Algo que me resulta verdaderamente asombroso en su trayectoria es que, al contrario que la mayoría de los poetas, su trabajo viró desde un lirismo de formas concretas, más ortodoxas, más inmediatas, sustanciales, de experimentación sensorial en relación al mundo exterior –de hecho, sus primeras obras son libros de viaje en los que el poeta cuenta sus vivencias recorriendo el mundo; digamos que contienen una importante carga realista–, hasta culminar en su obra –final– En la masmédula, icono del surrealismo poético hispanoamericano –terminada a los 65 años–, donde cuestiona los límites de la expresión y de las palabras para crear un mundo irreal –o subrreal–, una galaxia verbal, que dice Enrique Molina. Es decir, recorrió el camino inverso al que recorrieron sus colegas aureolados como escritores de buen gusto. Podemos encontrar numerosas alusiones a su concepción de la escena poética en célebres afirmaciones, como que la poesía «no puede explicarse ni justificarse», sino que es la «propia sensibilidad del lector quien establecerá la relación e interpretación del poema». Fruto de esta interpretación, o declaración de intenciones, aparecen creaciones en las que las palabras se retuercen, los vocablos se yuxtaponen y el lenguaje, en definitiva, se precipita hacia una orgía copulatoria desenfrenada.
Quadro Nuevo «Miserlou»
CROQUIS SEVILLANO 1920.
Veinte poemas para ser leídos en el tranvía
El sol pone una oreja violácea en el alero de las casas,
apergamina la epidermis de las camisas ahorcadas en medio de la calle.
¡Ventanas con aliento y labios de mujer!
Pasan perros con caderas de bailarín.
Chulos con los pantalones lustrados al betún.
Jamelgos que el domingo se arrancarán las tripas en la plaza de toros.
¡Los patios fabrican azahares y noviazgos!
Hay una capa prendida a una reja con crispaciones de murciélago.
Un cura de Zurbarán, que vende a un anticuario una casulla robada en la sacristía.
Unos ojos excesivos, que sacan llagas al mirar.
Las mujeres tienen los poros abiertos como ventositas
y una temperatura siete décimos más elevada que la normal.
TEXTO 6 -Párrafo final, extracto-
1932. Espantapájaros
Las márgenes de los libros no son capaces de encauzar mi aburrimiento y mi dolor. Hasta las ideas más optimistas toman un coche fúnebre para pasearse por mi cerebro. Me repugna el bostezo de las camas deshechas, no siento ninguna propensión por empollarle los senos a las mujeres y me enferma que los boticarios se equivoquen con tan poca frecuencia en los preparados de estricnina.
En estas condiciones, creo sinceramente que lo mejor es tragarse una cápsula de dinamita y encender, con toda tranquilidad, un cigarrillo.
POEMA 7
1932. Espantapájaros
¡Todo era amor… amor!
No había nada más que amor.
En todas partes se encontraba amor.
No se podía hablar más que de amor.
Amor pasado por agua, a la vainilla,
amor al portador, amor a plazos.
Amor analizable, analizado.
Amor ultramarino.
Amor ecuestre.
Amor de cartón piedra, amor con leche…
lleno de prevenciones, de preventivos;
lleno de cortocircuitos, de cortapisas.
Amor con una gran M, con una M mayúscula,
chorreado de merengue,
cubierto de flores blancas…
Amor espermatozoico, esperantista.
Amor desinfectado, amor untuoso…
Amor con sus accesorios, con sus repuestos;
con sus faltas de puntualidad, de ortografía;
con sus interrupciones cardiacas y telefónicas.
Amor que incendia el corazón de los orangutanes,
de los bomberos.
Amor que exalta el canto de las ranas bajo las ramas,
Que arranca los botones de los botines,
Que se alimenta de encelo y de ensalada.
Amor impostergable y amor impuesto.
Amor, incandescente –y amor incauto.
Amor indeformable. Amor desnudo. Amor–
amor que es, simplemente, amor.
Amor y amor… ¡y nada más que amor!
LLORAR A LÁGRIMA VIVA…
1932. Espantapájaros
Llorar a lágrima viva.
Llorar a chorros.
Llorar la digestión.
Llorar el sueño.
Llorar ante las puertas y los puertos.
Llorar de amabilidad y de amarillo.
Abrir las canillas,
las compuertas del llanto.
Empaparnos el alma, la camiseta.
Inundar las veredas y los paseos,
y salvarnos, a nado, de nuestro llanto.
Asistir a los cursos de antropología, llorando.
Festejar los cumpleaños familiares, llorando.
Atravesar el África, llorando.
Llorar como un cacuy, como un cocodrilo...
si es verdad que los cacuíes y los cocodrilos
no dejan nunca de llorar.
Llorarlo todo, pero llorarlo bien.
Llorarlo con la nariz, con las rodillas.
Llorarlo por el ombligo, por la boca.
Llorar de amor, de hastío, de alegría.
Llorar de frac, de flato, de flacura.
Llorar improvisando, de memoria.
¡Llorar todo el insomnio y todo el día!
YO NO SÉ NADA
1932. Espantapájaros
NOCTURNO 2
1942. Persuasión de los días
Debajo de la almohada
una mano,
mi mano,
que se agranda,
se agranda
inexorablemente,
para emerger,
de pronto,
en la más alta noche,
abandonar la cama,
traspasar las paredes,
mezclarse con las sombras,
distenderse en las calles
y recubrir los techos de las casas sonámbulas.
A través de mis párpados
yo contemplo sus dedos,
apacibles,
tranquilos,
de ciclópeas falanges;
los millares de ríos
zigzagueantes,
resecos,
que recorren la palma desierta de esa mano,
desmesurada,
enorme,
adherida al insomnio,
a mi brazo,
a mi cuerpo
diminuto,
perdido
en medio de las sábanas;
sin explicarme cómo esa mano
es mi mano,
ni saber por qué causa se empeña en disminuirme.
MI LUMíA
1956. En la masmédula
MI LU
Mi lubidulia
mi golocidalove
mi lu tan luz tan tu que me enlucielabisma
y descentratelura
y venusafrodea
y me nirvana el suyo la crucis los desalmes
con sus melimeleos
sus erpsiquisedas sus decúbitos lianas y dermiferios limbos y gormullos
mi lu
mi luar
mi mito
demonoave dea rosa
mi pez hada
mi luvisita nimia
mi lubísnea
mi lu más lar
más lampo
mi pulpa lu de vértigo de galaxias de semen de misterio
mi lubella lusola
mi total lu plevida
mi toda lu
lumía
EL PURO NO
1956. En la masmédula
El no
el no inóvulo
el no nonato
el noo
el no poslodocosmos de impuros ceros noes que noan noan noan
y nooan
y plurimono noan al morbo amorfo noo
no démono
no deo
sin son sin sexo ni órbita
el yerto in óseo noo en unisolo amódulo
sin poros ya sin nódulo
ni yo ni fosa ni hoyo
el macro no ni polvo
el no más nada todo
el puro no
sin no
ELLA
1956. En la masmédula
Es una intensísima corriente
un relámpago ser de lecho
una dona mórbida ola
un reflujo zumbo de anestesia
una rompiente ente fluorescente
una voraz contráctil prensil corola entreabierta
y su rocío afrodisíaco
y su carnalesencia
natal
letal
alveolo beodo de violo
es la sed de ella ella y sus vertientes lentas entremuertes que
estrellan y disgregan
aunque Dios sea su vientre
pero también es la crisálida de una inalada larva de la nada
una libélula de médula
una oruga lúbrica desnuda sólo nutrida de frotes
un chupochupo súcubo molusco
que gota a gota agota boca a boca
la mucho mucho gozo
la muy total sofoco
la toda ¡shock! tras ¡shock!
la íntegra colapso
es un hermoso síncope con foso
un ¡cross! de amor pantera al plexo trópico
un ¡knock out! técnico dichoso
si no un compuesto terrestre de líbido edén infierno
el sedimento aglutinante de un precipitado de labios
el obsesivo residuo de una solución insoluble
un mecanismo radioanímico
un terno bípedo bullente
un ¡robot! hembra electroerótico con su emisora de delirio
y espasmos lírico-dramáticos
aunque tal vez sea un espejismo
un paradigma
un eromito
una apariencia de la ausencia
una entelequia inexistente
las trenzas náyades de Ofelia
o sólo un trozo ultraporoso de realidad indubitable
una despótica materia
el paraíso hecho carne
una perdiz a la crema.
Gracias por hacerme el día con esta referencia, y esta simpatía, hacia un poeta que tenemos en común.
ResponderEliminarGracias a ti amig@, por interesarte por este trabajo.
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