Hace algunos días, buscando algo de música bailable por la red, me llamó la atención un nombre que me resultó tremendamente familiar. En principio, centrado como estaba en la búsqueda de los mp3 no caí en porqué me sonaba tanto aquel apelativo característico, atrayente, hasta cadencioso. Más adelante mi curiosidad maniaco-compulsiva me empujó a resolver la cuestión. Adonowsky era el seudónimo artístico de Adán Jodorowsky, hijo de Alejandro, el polifacético y jodido Alejandro Jodorowsky, dicho con todo el cariño. Aquél guionista de cómic, entre otras muchas disciplinas, que tanto me entusiasmó a los 17 años. No pude resistir volver a recordar aquellas gratas tardes de domingo, aquellas noches de verano y de invierno en que buscaba refugio en el amparo fantástico y recóndito de El Príncipe Manco, Alef Thau, el héroe inventado por Jodorowsky y perpetuado por la mano maestra de Arno. Eran los tiempos de El Víbora y de 1984, pero Alef Thau me atraía especialmente, seguramente porque la historia se basaba en las aventuras de un niño nacido con malformaciones físicas, aunque con una gran capacidad mental, lo que le proporciona el poder de desdoblar su alma mientras su cuerpo se encuentra en estado catatónico. El brujo negro Astral captura a sus padres y les arranca sus fluidos vitales, perdiendo en unos instantes su juventud, razón por la cual Alef Thau nace con las citadas malformaciones.
El hilo argumental posee la complejidad característica del estilo Jodorowskyano, que desarrolla el guión en el fantástico, irreal e imaginario mundo inexistente de Mu-Dhara.
El amor también está presente, como no podía ser de otra manera, por medio de las relaciones entre Malkuth, una guerrera enamorada del protagonista, que ve truncadas sus esperanzas por la figura de Diamante, el único ser real de Mu-Dhara, que roba el corazón de Alef Thau.
La historia, algo enrevesada, atrae mágicamente al lector debido al dibujo limpio del genial Arno, con evidentes influencias de Moebius.
En el El príncipe manco los rasgos de los personajes alcanzan un gran nivel ilustrativo: mujeres de formas redondeadas, sugerentes ojos y turgentes atributos. Arno murió en 1996, con solo 35 años, y entonces el dibujo decayó.
El amor también está presente, como no podía ser de otra manera, por medio de las relaciones entre Malkuth, una guerrera enamorada del protagonista, que ve truncadas sus esperanzas por la figura de Diamante, el único ser real de Mu-Dhara, que roba el corazón de Alef Thau.
La historia, algo enrevesada, atrae mágicamente al lector debido al dibujo limpio del genial Arno, con evidentes influencias de Moebius.
En el El príncipe manco los rasgos de los personajes alcanzan un gran nivel ilustrativo: mujeres de formas redondeadas, sugerentes ojos y turgentes atributos. Arno murió en 1996, con solo 35 años, y entonces el dibujo decayó.
Adán Jodorowsky nació en París en 1979 y por lo que he podido comprobar su trayectoria musical posee algunos altibajos. Los dos temas que traigo aquí son los que más me han llamado la atención, aunque he de reconocer que de su último trabajo solo he escuchado el "Dancing to the radio".
"El Ídolo" - Adanowsky
"Dancing to the Radio" - Adanowsky
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